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Así es como vimos la última edición del festival celebrado en La Fica (Murcia), tal y como hemos publicado en la Cartelera Turia. Fotos de Luis Pérez Contreras (Visor Fest)

Infortunio finiquitado

Se acabó el mal fario. Parecía que nunca iba a ocurrir. La primera edición de Visor Fest, en 2018, había pinchado en hueso: solo algo más de un millar de espectadores para un cartel notabilísimo (Flaming Lips, Cat Power, Saint Etienne, The Jesus and Mary Chain o !!!), lastrado por una fecha no muy bien escogida (principios de noviembre) para ser un festival outdoor y un emplazamiento estratégico pero muy dudoso: Benidorm. Con todo, lo peor estaba por llegar: una borrasca devastadora (la famosa DANA de septiembre de 2019) y dos años de pandemia (2020 y 2021) lo mantuvieron tres años seguidos en el dique seco, con respiración asistida. El cambio de sede a Murcia se ha revelado un acierto incontestable: más de 4.000 asistentes el viernes y más de 5.000 el sábado, cuadruplicando las cifras de aquella ya lejana primera edición hace cuatro años. El recinto de La Fica, rodadísimo en cuanto a festivales (SOS, WAM), y una ciudad con tan amplia oferta hotelera y hostelera, asequible para público de Valencia, Alicante, Mallorca, Madrid o Albacete, hicieron el resto, porque la primera premisa para que un festival nuevo nazca de pie es que su cartel brinde coherencia, y este la tenía, a diferencia de otras probaturas cercanas: sonidos más ligados al imaginario colectivo de los ochenta (post punk y demás) el primer día; sonidos más asociados al pop independiente de los noventa el segundo, por mucho que casi todas las bandas implicadas hayan seguido en el tajo de forma casi ininterrumpida. Difícil era ver por el recinto a alguien menor de 35 o 40 años (salvo algunos adolescentes o críos acompañando a sus padres), eso es cierto, pero este es un festival de músicos veteranos, con anclaje entre la nostalgia, la pervivencia y la vigencia (en el mejor de los casos, que de todo hay), dirigido a ese público que se estrenó acudiendo a los primeros FIB, a Pradejón, al festival coruñés de los Mil Años, al Doctor Music o a aquellas fiestas (anteriores) de La Conjura de Las Danzas hace tres décadas, y que ya no quiere pasar el peaje de las incomodidades de los festivales masificados. Visor Fest es un perfil de festival (de conciertos enteros de hora y media, un solo escenario, cero postureo, sin filtros de Instagram: de melómanos puretas, vaya) que debería tener un hueco en nuestro país, porque apunta a un público objetivo. Un target claro. Y se ha demostrado que lo tiene.

De los ocho grupos en cartel, mención especial para los británicos James. Se veía venir. Escénicamente están unos palmos por encima del resto, con sus clásicos compitiendo casi en igualdad de condiciones con lo nuevo. Enorme Tim Booth a sus 62 años. Un auténtico animal. Sonido impecable. Y “Sit Down”, “Come Home”, “Sometimes” o “Born Of Frustration” sonando a gloria en su condición de himnos populares. Como insistía un amigo: con otro timing, un sentido de la oportunidad o un olfato más afinado, deberían haber seducido a la cuarta parte del público de Coldplay o a la cuarta de U2, y con eso ya llenarían los estadios que merecen. Les dejaron a Teenage Fanclub (salían luego) un embolado considerable, como cuando Jerry Lee Lewis quemó su piano y le dijo a Chuck Berry lo de “supera esto, negro”, y en vista de que los escoceses ya no están para pasos de la oca (ni nada similar), medio recinto desertó. Les falta Gerard Love, les sobra algo del academicista estatismo de señores que rozan los sesenta, y también que su producción reciente esté a la altura de “The Concept”, “Your Love Is The Place Where I Come From” o “Everything Flows”, pero escuchar estas últimas siempre es un regalo para los sentidos: justificaba robarle un par de horas al sueño. Antes, los Lightning Seeds demostraron por qué Ian Broudie es un buen compositor de canciones que no tiene carisma ni presencia escénica: concierto muy plano, más bien de primero de FIB. Me aburrió. Hasta con “Pure”. Justo lo contrario de lo que ocurre con Australian Blonde, que siempre fueron mejor banda de lo que se les concedía: alternaron clásicos de su primera etapa (“Chup Chup”, “Seaside”, “Cosmic Thing”) con guiños a su fase de madurez, cuando sintonizaban con la americana (hasta a aquel disco con Steve Wynn), en un pase notable y muy distendido, con Paco Loco metiéndole intensidad y acidez. “El año que viene lo paga el Imserso”, soltó. Fran Fernández y compañía no se darán importancia, pero son mucho más que un reclamo a la nostalgia.

Norman Blake, de Teenage Fanclub: melodías celestiales en la madrugada (Foto: Luis Pérez Contreras)

Todo eso había pasado el sábado, pero ya el viernes los granadinos Lagartija Nick (sin Eric Jiménez a la batería) habían propinado un eficiente repaso a algunos de los mejores momentos de toda su carrera. Rocosos, inteligentes y tan singularmente íntegros como siempre. Nunca fallan. Tampoco lo suelen hacer Mudhoney, artífices de ese proto grunge picapedrero, agreste, pionero, que mantiene sus propiedades intactas, con “Touch Me, I’m Sick” como estilete más afilado. Sonaron básicos, punzantes, primarios. Como debe ser. Y sonaron bien. Atronaron, en realidad. La clase se les suponía a los Waterboys, y pese a que Mike Scott lleva una última década de idilio con las musas escénicas (pletórico a veces), no fue esta su mejor versión, sí la más rockera, la más americana, pero no la más fina: sonará quejica, pero el violín de Steve Wickham era media banda y se nota su ausencia, por mucho empeño que le ponga el histriónico Brother Paul desde el teclado. Vencieron, pero (para mí) no convencieron del todo. Se puede decir que cumplieron. Quizá como New Model Army, cuyo concierto sí se me hizo bola, difícil de digerir pasada la una de la madrugada, lastrado por unos modos que me parecen superadísimos por el tiempo. Es mi impresión. El año que viene, más.

Carlos Pérez de Ziriza.

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Publicado por ziriza73

Soy periodista cultural. Escribo en El País, Efe Eme, Mondosonoro, Rockdelux, Cartelera Turia, el Hype, Beat Valencia, Plaza, Lletraferit, Música Dispersa y GQ España. Colaboro en À Punt. Coordino mussica.info. Escribo libros sobre música pop.

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