Estuve viendo a Depeche Mode en el primero de sus dos conciertos en el Wizink Center madrileño, y lo cuento en Cartelera Turia, en su número del viernes pasado. Las fotos son de @manupasik.

Martin Gore, al mando en un interludio ejemplar (Foto: @manupasik)

No sabría decir si este fue el mejor de los cuatro conciertos que he visto de Depeche Mode. Seguramente sí. Ya les disfruté hace menos de un año en Primavera Sound, mucho más cerca del escenario (sin segregación del público por poder adquisitivo, una lamentable práctica a la que ya nos estamos acostumbrando: si no eres de quienes más pagan, hazte a la idea de verlos a cientos de metros de distancia) y sin techo, que eso también ayuda a que el sonido no rebote, pero esta visita revestía carácter propio, conciertos de más de dos horas sin las limitaciones horarias de un festival, y luciendo un estado de forma que no podíamos ni haber imaginado hace un par de décadas. Tampoco cuando pisaron València por última vez, aquel funcionarial bolo de la Feria de Muestras en 2009.

Si acaso, la primera de las dos noches el Wizink madrileño mostró a un Dave Gahan ligeramente más dosificado en su condición de inagotable frontman y un mayor lucimiento para Martin Gore con unos minutos centrales en los que reclamó foco al embocar “Strangelove” y “Somebody” con imperial aplomo. Ambos brillan como si el tiempo no fuera con ellos: algunas arrugas muestran, claro, pero parecen gárgolas en su rol de eternos comisionados de un pop neogótico que vampirizó el synth pop, el rock y el blues con extraordinaria pericia durante más de cuatro décadas.

Imagen del Wizink Center durante el concierto (Foto: @manupasik)

Ya no está Andy Fletcher, pero el teclista Peter Gordeno y el batería Christian Eigner cumplen en la faena de sacar lustre a veintitrés clásicos entre los que “Ghosts Again”, “My Cosmos is Mine” o “Wagging Tongue”, todas de su último disco (el mejor de las últimas dos décadas) no destiñen. La secuencia fue la acostumbrada, con traca final a lomos de “Just Can’t Get Enough”, “Never Let Me Down Again” y “Personal Jesus” (que son como tres picos de las tres fases por las que transitó su sonido entre el 81 y el 90) y la sorpresa de ver a la bailaora Belén López taconeando sobre los compases finales de “Enjoy The Silence”. Creeos todos los epítetos altisonantes que hayáis leído desde entonces, porque son fieles a la realidad.

Carlos Pérez de Ziriza.

Publicado por ziriza73

Soy periodista cultural. Escribo en El País, Efe Eme, Mondosonoro, Rockdelux, Cartelera Turia, El Periódico de España, el Hype, Beat Valencia, Plaza y Lletraferit. Colaboro en À Punt. Escribo libros sobre música pop.

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